¡Un mes maravilloso en Diriamba!
Vivir y trabajar como voluntario en Diriamba ha sido una experiencia increíble y única. Aprendí mucho en sólo un mes de los lugares a los que fui, las cosas que hice y, más que nada, de la gente que conocí. Diría incluso que me sorprenden las conexiones que hice con la gente y el pueblo en tan poco tiempo y no puedo esperar a poder volver ¡Nicaragua definitivamente encontró un lugar en mi corazón!
Antes de ir a Nicaragua, mi español era bastante básico, y justo antes de llegar empecé a preocuparme por si había cometido un error masivo y por si estaría completamente fuera de mi alcance vivir en un país totalmente diferente, por mi cuenta, y no siendo capaz de entender a la gente (¡Y mucho menos intentar enseñarles!). Resultó que mi preocupación era completamente innecesaria: aunque vivir y trabajar en un idioma que no conocía muy bien era un desafío, y mentalmente agotador a veces, todo el mundo era tan paciente y servicial ¡Además mi español mejoró rapidísimo! La naturaleza relajada, amistosa y servicial de los nicaragüenses y el hecho de que casi nadie en Diriamba habla inglés (ya que no está en el camino turístico) lo convirtió en el lugar perfecto para aprender español.
Vivir con una familia anfitriona es la mejor manera de sumergirse en la cultura, el estilo de vida y el idioma del país en el que uno se encuentra, y enriqueció completamente mi experiencia de voluntariado. Me encantó tener el tiempo para conocer adecuadamente a mi familia, y aprender sobre sus creencias, experiencias, opiniones y simplemente el día a día. Fue realmente interesante ver las cosas desde la perspectiva de la gente que vive en una cultura y un país completamente diferentes a los míos, ¡Y muy revelador! (Además, comer arroz y frijoles tres veces al día no fue tan difícil o tedioso como esperaba, de hecho empecé a amarlos después de una o dos semanas, ¡No podía esperar a las comidas!)
Enseñar era una experiencia completamente nueva para mí; ¡la idea de estar de pie delante de una clase llena de niños era bastante desalentadora! Tenía dos clases, quinto y sexto grado, que me mostraron dos lados muy diferentes de la enseñanza. Los de quinto grado eran niños cariñosos y vivaces, ansiosos por aprender y rápidos para entender. Era un absoluto placer enseñarles y yo sólo quería más tiempo para poder conocerlos mejor y seguir ayudándoles a progresar! El sexto grado fue definitivamente un desafío, como la mayoría de los niños de catorce y quince años, y tuve que trabajar para mantenerlos comprometidos y aprender en lugar de chismorrear y garabatear en el papel… Aunque mis lecciones con el sexto grado fueron más cansadoras y menos gratificantes que las del quinto, definitivamente me empujaron a ser más creativa con mi enseñanza. Fue un buen recordatorio de que hacer cosas que son un reto o fuera de tu «zona de confort» siempre es positivo, enseñándote nuevas habilidades y mejorándote como persona. Enseñar ambas clases fue una experiencia valiosa y memorable.
Fue maravilloso trabajar con y para One, Two… Tree! y estoy encantada de haber tenido la oportunidad de contribuir a un maravilloso proyecto dirigido por gente tan encantadora y de tan buen corazón! En cuanto a Nicaragua… todo lo que puedo decir es que es HERMOSO. Todo, desde el paisaje y la naturaleza, hasta los edificios, las calles llenas de caballos y carros y «moto» taxis, y (por supuesto) la gente. La oportunidad de viajar los fines de semana y mis días libres (que es muy fácil y barato, de hecho me sorprendió lo bueno que es el sistema de transporte nicaragüense) me llevó a lugares increíbles, y me sorprendió lo rápido que en Diriamba empec’e a sentirme como en casa!
Podría seguir hablando de todas las grandes experiencias que tuve, pero creo que me detendré aquí. Estoy muy agradecida a Pedro, Maru, mi familia anfitriona, a todos mis estudiantes y a todos los de APAN por hacer que mi tiempo sea tan valioso, inolvidable y asombroso. Gracias!!
Aeve J